DEFICIENCIAS BÁSICAS DEL APRENDIZAJE

Hay cuatro habilidades básicas del aprendizaje que todo individuo debe desarrollar si ha de beneficiarse con lo que le ofrece su entorno. Estas habilidades son: 1) conocimiento, 2) atención, 3) respuesta y 4) ordenamiento de las respuestas. Para que el niño aprenda algo debe tener conocimiento de lo que lo rodea, atender a los estímulos específicos del ambiente, responder a los estímulos ambientales y, finalmente, ordenar sus respuestas al medio de un modo positivo (productivo)

Conocimiento.

Algunos niños seriamente deficientes no responden a lo que los rodea. Estos niños autísticos y simil-autísticos deben cobrar conciencia o tomar conocimiento de su ambiente y de las partes que lo componen antes de aprender hasta la más sencilla de las tareas.

En el marco educacional estos niños requieren constante supervisión y una programación precisa. La tarea de ayudarlos a establecer un contacto positivo con su ambiente es agotadora desde el punto de vista del tiempo, los esfuerzos y el personal necesario para ello. El progreso es lento, y las satisfacciones interpersonales normalmente esperadas por los maestros y clínicos son escasas y difíciles de observar.

Comportamiento de atención.

A medida que el niño va cobrando conocimiento de lo que lo rodea debe aprender a prestar atención a estímulos específicos dentro de su entorno, cuando así se le pide o cuando así lo desee espontáneamente, durante un tiempo suficiente como para aprender algo de dicho entorno.

Algunos niños concurrentes a escuelas y clínicas para trastornos graves atienden a uno o dos estímulos, con exclusión a todos los demás. Otro grupo de niños trata de atender a todos los estímulos de su ambiente. El primer grupo mencionado debe aprender a prestar atención a un mayor número de estímulos, mientras que el segundo grupo debe tener a su disposición un entorno que limite los estímulos a que se encuentran expuestos.

Durante la reeducación se enseña al primer grupo de niños a prestar atención a estímulos específicos. A medida que desarrollan sus habilidades de atención se amplía el número así como la variedad de estímulos a los que se los expone y a los que se les pide que atiendan. Durante el proceso de aprendizaje las directivas deben comunicarse con la mayor claridad y precisión posibles. Tanto los desempeños correctos como las aproximaciones a los mismos se recompensan durante las etapas iniciales del proceso de aprendizaje.

El segundo grupo de niños, que atiende a estímulos múltiples, recibe enseñanza en un ambiente estructurado, desprovisto de gran parte de los estímulos normales: visuales, auditivos y táctiles. Se les enseña a prestar atención a una cantidad decreciente de estímulos.

Comportamiento de respuesta.

Una vez que un niño aprende a prestar atención a estímulos ambientales específicos durante un apropiado lapso, debe aprender a responder a esos estímulos en forma sostenida y apropiada. Para desarrollar esta habilidad se crea y se pone en práctica una intervención que aumenta la probabilidad de que el niño responda sostenidamente a la presentación de ciertos estímulos específicos. Inicialmente, durante el proceso reeducativo, cualquier respuesta consistente o aproximación a la respuesta deseada por parte del niño es aceptada y recompensada por el maestro, pero a medida que el niño avanza en el proceso reeducativo se le exige que responda a estímulos específicos no sólo en forma sostenida sino también apropiada.

Ordenamiento de las respuestas.

Muchos niños y jóvenes discapacitados no pueden ordenar productivamente sus respuestas al entorno. Esta falta de organización toma mayor relieve cuando el niño debe ofrecer una respuesta compleja. Esta última resulta, a menudo, incompleta o fuera de secuencia.

En tales casos la intervención efectuada debe necesariamente proceder desde las respuestas simples hasta las complejas. Las directivas dadas al niño para completar la respuesta requerida tienen que ser claras y concisas. Los maestros deben ejercer una estrecha supervisión para reducir la probabilidad de respuestas desorganizadas.

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miércoles, 7 de abril de 2010

DEFICIENCIAS BÁSICAS DEL APRENDIZAJE

Hay cuatro habilidades básicas del aprendizaje que todo individuo debe desarrollar si ha de beneficiarse con lo que le ofrece su entorno. Estas habilidades son: 1) conocimiento, 2) atención, 3) respuesta y 4) ordenamiento de las respuestas. Para que el niño aprenda algo debe tener conocimiento de lo que lo rodea, atender a los estímulos específicos del ambiente, responder a los estímulos ambientales y, finalmente, ordenar sus respuestas al medio de un modo positivo (productivo)

Conocimiento.

Algunos niños seriamente deficientes no responden a lo que los rodea. Estos niños autísticos y simil-autísticos deben cobrar conciencia o tomar conocimiento de su ambiente y de las partes que lo componen antes de aprender hasta la más sencilla de las tareas.

En el marco educacional estos niños requieren constante supervisión y una programación precisa. La tarea de ayudarlos a establecer un contacto positivo con su ambiente es agotadora desde el punto de vista del tiempo, los esfuerzos y el personal necesario para ello. El progreso es lento, y las satisfacciones interpersonales normalmente esperadas por los maestros y clínicos son escasas y difíciles de observar.

Comportamiento de atención.

A medida que el niño va cobrando conocimiento de lo que lo rodea debe aprender a prestar atención a estímulos específicos dentro de su entorno, cuando así se le pide o cuando así lo desee espontáneamente, durante un tiempo suficiente como para aprender algo de dicho entorno.

Algunos niños concurrentes a escuelas y clínicas para trastornos graves atienden a uno o dos estímulos, con exclusión a todos los demás. Otro grupo de niños trata de atender a todos los estímulos de su ambiente. El primer grupo mencionado debe aprender a prestar atención a un mayor número de estímulos, mientras que el segundo grupo debe tener a su disposición un entorno que limite los estímulos a que se encuentran expuestos.

Durante la reeducación se enseña al primer grupo de niños a prestar atención a estímulos específicos. A medida que desarrollan sus habilidades de atención se amplía el número así como la variedad de estímulos a los que se los expone y a los que se les pide que atiendan. Durante el proceso de aprendizaje las directivas deben comunicarse con la mayor claridad y precisión posibles. Tanto los desempeños correctos como las aproximaciones a los mismos se recompensan durante las etapas iniciales del proceso de aprendizaje.

El segundo grupo de niños, que atiende a estímulos múltiples, recibe enseñanza en un ambiente estructurado, desprovisto de gran parte de los estímulos normales: visuales, auditivos y táctiles. Se les enseña a prestar atención a una cantidad decreciente de estímulos.

Comportamiento de respuesta.

Una vez que un niño aprende a prestar atención a estímulos ambientales específicos durante un apropiado lapso, debe aprender a responder a esos estímulos en forma sostenida y apropiada. Para desarrollar esta habilidad se crea y se pone en práctica una intervención que aumenta la probabilidad de que el niño responda sostenidamente a la presentación de ciertos estímulos específicos. Inicialmente, durante el proceso reeducativo, cualquier respuesta consistente o aproximación a la respuesta deseada por parte del niño es aceptada y recompensada por el maestro, pero a medida que el niño avanza en el proceso reeducativo se le exige que responda a estímulos específicos no sólo en forma sostenida sino también apropiada.

Ordenamiento de las respuestas.

Muchos niños y jóvenes discapacitados no pueden ordenar productivamente sus respuestas al entorno. Esta falta de organización toma mayor relieve cuando el niño debe ofrecer una respuesta compleja. Esta última resulta, a menudo, incompleta o fuera de secuencia.

En tales casos la intervención efectuada debe necesariamente proceder desde las respuestas simples hasta las complejas. Las directivas dadas al niño para completar la respuesta requerida tienen que ser claras y concisas. Los maestros deben ejercer una estrecha supervisión para reducir la probabilidad de respuestas desorganizadas.

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